La Feria del Libro de Santo Domingo: Entre la Nostalgia y la Búsqueda de un Nuevo Rumbo
Por Brita Feliz
Distrito Nacional, RD. – La más reciente edición de la Feria del Libro de Santo Domingo, evento emblemático de la cultura dominicana, se desarrolla en un escenario de contrastes. Mientras las instituciones oficiales despliegan sus pabellones y la tradición literaria se mantiene viva, una palpable sensación de nostalgia por el dinamismo de antaño recorre los pasillos de la Plaza de la Cultura.
El artículo de la periodista Brita Feliz destaca una realidad ineludible: comparada con la efervescencia que caracterizaba la feria hace quince años, la motivación del público general parece haber mermado. La evidencia más clara de este cambio es la notable disminución en la asistencia espontánea, particularmente durante las horas de la tarde y noche.
“Actualmente en un recorrido por la actual feria, después de las siete de la noche la presencia de visitantes es mínima”, se reporta, un fenómeno que contrasta con las multitudes que solían abarrotar el evento en el pasado.
Asistencia Forzada vs. Interés Genuino
Uno de los puntos críticos señalados es el papel del Ministerio de Educación en el llenado de los espacios. La feria recibe un flujo significativo de estudiantes de diversos centros educativos, quienes acuden no siempre por interés literario, sino como parte de una actividad académica obligatoria para la elaboración de reportes que certifiquen su asistencia.
“El desinterés se evidencia en la clara poca asistencia, a menos que sea forzada”, apunta Feliz, planteando la pregunta de si esta estrategia garantiza la formación de nuevos lectores o simplemente infla temporalmente las cifras de visitantes.
La Encrucijada Digital y el Encanto Táctil
El artículo también aborda la migración inevitable hacia el mundo virtual. Muchos lectores y escritores han encontrado en el formato digital un nuevo hogar, un fenómeno global que impacta directamente a las ferias presenciales. Sin embargo, se subraya que aún existe un público fiel que prefiere la experiencia sensorial única que ofrece un libro físico: “los libros que se pueden tocar con las manos, que puedan hechar sus hojas de un lado al otro y hasta, por qué no, olerlo”.
Un Rayo de Esperanza en la Creatividad
A pesar del panorama, el reportaje concluye con un mensaje optimista. La llama de la creatividad no se ha apagado. En rincones como el modesto pero vibrante Pabellón de Cómics, la innovación y el arte narrativo visual encuentran su espacio, demostrando que existen formatos y abordajes que pueden reconectar con el público, especialmente con las generaciones más jóvenes.
“Pero no todo está perdido, la creatividad se mantiene viva en los donadores”, se lee, sugiriendo que el futuro de la feria podría depender de su capacidad para abrazar nuevas formas de storytelling y de engagement cultural que vayan más allá de la tradición literaria convencional.
En resumen, la Feria del Libro de Santo Domingo se encuentra en un período de transición, desafiada a reinventarse para recuperar el dinamismo de sus mejores épocas mientras se adapta a los nuevos hábitos de consumo cultural del siglo XXI.


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