El Apagón Nacional: Una Lección Dura sobre la Fragilidad que no Podemos Ignorar

 



El colapso total del sistema eléctrico nacional ocurrido este martes no es una noticia más; es un eco repetitivo de una crisis estructural que los ciudadanos vivimos con frustración creciente. La falla en una subestación de la ETED en San Pedro de Macorís, que desencadenó un "efecto dominó" apagando incluso a Punta Catalina, es mucho más que un "evento técnico". Es el síntoma innegable de una enfermedad crónica que aqueja al sector: la falta de una política de Estado seria, transparente y con visión de futuro.


Una Vulnerabilidad Inaceptable


Es completamente válida la indignación que expresa el ciudadano de a pie: no es aceptable que en pleno siglo XXI una sola falla pueda paralizar por completo la nación. Este evento no es un acto de Dios, sino la consecuencia previsible de un sistema que carece de la robustez, la redundancia y la modernización necesarias. Un sistema eléctrico resiliente está diseñado precisamente para aislar fallas y evitar que se propaguen. El hecho de que esto no ocurra evidencia años de subinversión en el mantenimiento y la actualización de la infraestructura crítica de transmisión.


El Costo Real de la Improvisación


Mientras las autoridades se apresuran a ofrecer explicaciones técnicas, el país sufre las consecuencias tangibles. Las pérdidas económicas para comercios, pymes y la gran industria se cuentan por millones cada hora. Pero el costo más profundo es social: el caos vial por semáforos inoperantes, la paralización del Metro y el Teleférico –ejes del transporte para miles–, y la interrupción de servicios esenciales como la salud y la educación, constituyen un golpe directo a la calidad de vida y la productividad. La desigualdad en el restablecimiento del servicio, donde algunos sectores del Distrito Nacional recuperaron la energía horas antes que en Santo Domingo Este, también revela disparidades que agravan el malestar social.


Más Allá de la Crítica: Hacia una Solución Estructural


Señalar el problema es solo el primer paso. La crítica constructiva exige proponer caminos de solución. Por ello, es imperativo que este evento sirva como un punto de inflexión para exigir:


1. Una Auditoría Técnica Independiente y Transparente: No basta con un reporte interno. Se debe investigar a fondo las causas raíces de la falla y hacer públicos los hallazgos, incluyendo las responsabilidades que existan.

2. Un Plan Nacional de Fortalecimiento de la Red de Transmisión: Es urgente una inversión planificada y supervisada para modernizar subestaciones y líneas claves, incorporando tecnologías que automaticen y protejan el sistema ante contingencias.

3. Despolitización y Supervisión Efectiva: El sistema eléctrico no puede seguir siendo un botín de intereses políticos y privados. Se necesita un pacto nacional que priorice la estabilidad del servicio por encima de las coyunturas, con una supervisión regulatoria fuerte e intachable.


Lo ocurrido este martes es una advertencia severa. Un país que aspira al desarrollo no puede construir su futuro sobre los cimientos de un sistema eléctrico que se desmorona con una chispa. Exijamos a nuestras autoridades que transformen esta vergüenza nacional en la oportunidad para, por fin, sentar las bases de un servicio eléctrico estable, seguro y digno para todos los dominicanos.

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